viernes, 31 de agosto de 2012

Con El Alma Suspendida en El Anonimato.

Cerró la puerta con sumo cuidado. Caminó lentamente hacia el estudio, esperando no encontrar a su padre ahí, como de costumbre. Vacío. Bien, ahora la cocina, tenía que asegurarse de que su madre ya hubiera salido por su hermano al colegio y no se entretuviese con la comida. Nancy, su hermana mayor debía estar en casa de alguna amiga o quizás en casa de Bruno. Seguro que si. Regreso al recibidor y dejo la mochila ahí, subió las escaleras y echó un vistazo a las habitaciones vacías, parecía que nadie hubiera estado ahí en un par de semanas.

Estaba sola. Con el silencio. Con dolor. Con lágrimas que ansiaban salir y quemar la piel ed sus mejillas por tanta sal. Por un instante quiso imaginar que todo iba bien, que todo era como antes de... Todo seguía la misma rutina diaria. No había nada en absoluto que saliera de lo normal. Debía ser la falta de comida lo que la hacía pensar en ésas cosas... Fue a la cocina en busca de un bocadillo, esperando que su madre llegara pronto para preparar la cena, pues al parecer no le había dado tiempo de hacer nada de comida en la tarde y no habían regresado aún con su hermano. No. No....

Pasaron tres, cinco, diez horas. La madrugada empezaba a adormecerla pero luchó por mantenerse despierta hasta ver que alguien cruzara el umbral de la puerta, riendo o regañando, o hablando por teléfono. estaba sola. A la mitad del recibidor colocó una silla y se sentó a esperar. Esperó ver el picaporte girar y escuchar la voz gruesa de su  padre repitiéndole a Nancy que no debía estar fuera sin avisar antes. A su madre pidiendole al pequeño Daniel que por favor cargara su mochila y dejara de correr como loco, se podría lastimar.

Nada. Silencio. Dolor. Lo mismo de las últimas semanas. Nada. Y de pronto, recordó. Cayó de rodillas al suelo y cubrió su rostro, que empezaba a formar una máscara de terror, con sus manos temblorosas. Pronto dejó una mancha de agua en la alfombra del recibidor. Su cuerpo se contraía espasmódicamente, sus sollozos se volvieron gritos desesperados, llenos de rabia. Las uñas enteradas un su piel, al bajar las manos hacia el piso, dejaron la marca de un rasguño feroz en sus mejillas. Y supo que seguiría sola.
Sola, siempre.

jueves, 30 de agosto de 2012

Niña.

Cómo se me ocurrió ir mas allá. Por alguna razón me siento mal al pensarte, pensando que no hiciste suficiente por mi. Y que decepción te podrías llevar niña, si te dieras cuenta que soy yo quien no se esforzó por traerte hasta mis brazos. Tus ojos negros, llenos de vida me veían a diario, me sonreían y me invitaban a abrazarte. Pero la pena se ha vuelto una muletilla parecida al "bueno" que se utiliza cuando no sabemos explicar algo. Eso me permitía alejarme sin pensar en lo que pudieras tu pensar. Saber que fui yo quien no hizo mucho mas que saludarte una vez cada que podía sin mirarte a la cara y con una sonrisa escondida, me pone mal.

¿Habrás notado siquiera mi sonrisa al verte pasar frente a mi? ¿O sentirías tal vez el calor de mis ojos al verte leer, escribir, escuchar? ¿Cuál fue tu motivo para hacerme pensar que estabas igual que yo? Tal vez yo me precipité al creer que sentías igual que yo. No. Nadie siente igual a otra persona. Pero puedes sentir lo mismo. Lo mismo no significa igual. Hay maneras. Niña mía ¿me explico o sólo confundo mis ideas y no logro volver a tener tu atención (si cabe la posibilidad de que en algún momento la tuviese)? No se como sientes, pero te veo y reconozco una de tus sonrisas cuando estás feliz, cuando alguien te da una buena noticia. Puedo ver en tu mirada la tristeza que te consume a pesar de que en tu boca se dibuja una ligera sonrisa con color de amargura. Puedo ver el rojo de tus mejillas encenderse cuando tus nervios se ponen a flor de piel, cuando algo (alguien) causa una gran emoción en ti. Lo se y lo reconozco porque te veo y no he dejado de verte desde que te conocí.

Qué placer era saber que mis palabras te hacían reír. Sentir inesperadamente tu mano buscando enredarse con la mía. Verte venir hacia mi, con los brazos extendidos y una sonrisa surgiendo en tus ojos para bajar hasta tu boca. Qué delicia tener tu calor entre mi cuerpo y conservar tu olor a primavera fresca el resto del día. Puedes poner en alerta mis sentidos y hacer que me de cuenta de que no siento absolutamente nada. Imagino, sueño, pero no siento como te lo escondo. Pienso en ti e imagino que siento, que sientes.

Me pierdo en el éxtasis de tus manos perfectas que acarician mi mejilla mientras me dices ¡Soy feliz porque él llegó a mi! No logro escuchar bien lo que dices a la primera, pero el momento en que repites tus palabras niña querida, el encanto alucinante del contacto de tu piel sobre la mía se hace añicos y me quedo solo en un mar de cristales punzantes sobre mi ser. Te veo reír llena de emoción y felicidad, no me queda mas que reírme contigo y desearte lo mejor. Tras mis ojos podrías ver que todo se ha quebrado. Podrías ver que me dejas vacío, pero tu felicidad no te lo permite.
Y yo tengo que conformarme con eso...




Y vuela al viento, liviano pajarillo.

Solo querían
ser tan ligeras
y volar.
Tiernas mariposas.
Como plumas,
como espuma de mar.
Solo querían
por la nieve caminar,
sin huellas dejar.
Delicadas mariposas.
Mi voz se parte
para que oigas de verdad.
Para el corazón tocarte,
y hablarte con sinceridad.
Ser tu espejo,
una vez mas.
Para que te vieras.
El oscuro recuerdo
no lo olvidarás jamás.
Suave mariposa.
Ser su reflejo
y ayudarles a entender
que tan bajo
hemos de caer.



miércoles, 29 de agosto de 2012

¿Y Yo?

Estar para ti,
estar para todos.
¿Qué queda de mi?
Sólo recuerdos.

Y me vi,
con los ojos vendados,
y advertí
que todos nos olvidamos.

Soy,
tú mas que yo.
Estoy,
pero siempre huyo.

Aquél murmullo
suena hoy.
Mi susurro
dice "me voy".


martes, 28 de agosto de 2012

Adiós.

Tu silencio, tan palpable.
Tu efímera presencia es mas frecuente.
Tu aliento revuelve mis sueños,
llevándome de nuevo a aquél lugar,
donde duermes.

Duermes y no despertarás,
pero tus ojos en el espejo veo.
Tu sonrisa, 
en mis labios saboreo.

A pesar de tu ausencia,
en mi te reconozco.
Pensarte sin querer,
se volvió costumbre,
verte en cada línea también.
Escucharte en la lluvia,
verte en la luz.

Saber lo cerca que estás,
a pesar de tu ausencia.
Cerrando los ojos
nos encontramos en aquél lugar,
donde duermes,
del que ya no volverás.