lunes, 17 de septiembre de 2012

Dentro.

Y su ira se convirtió en hielo. Profería maldiciones al verse engañado preferiría haberse retirado de aquél juego absurdo hace un par de años. Su voz se volvió silencio. Sus ojos lloraron sangre.
Mentiras. Todo perdía sentido cuando sus palabras se volvían cuchillas filosas, capaces de cortar cualquier sonrisa. los impulsos eléctricos que su cabeza producía le llevo a la ira, la demencia, la muerte dentro de un cuerpo vivo.
Cada palabra, un corte. Cada golpe, un momento de pez. Todo fue quedando vacío, seco y lejano en su interior. 
La ira y el hielo se disiparon y tranquilamente se sentó en el sofá verde, se quitó de nuevo los zapatos y acomodo el cojín en su espalda, cogió de nuevo el libro, el café... Y sonrió. 



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