martes, 11 de septiembre de 2012

Realidad sumergida en ti.

Ya no podía recordar su rostro, no sabía como era su piel hace once años ni recordaba los ojos que la vieron hace dos. Todo parecía sacado de un estado onírico y superfluo, en el que ella apenas tenía participación alguna. El momento catártico en el que se dio cuenta de que le hacía falta sentir, su mundo se vino abajo, hecho pedazos. Cristales teñidos de rojo volaron por la habitación, que poco a poco se iba llenado de un humo de colores que parecía no venir de ningún lugar en específico, y se vio reflejada en uno de aquellos pedazos. Vio cómo su piel se tornaba de un tono gris, sus ojos negros completamente lloraban cenizas que sentía salían de su pecho.

En ese instante el tiempo desapareció todo era demasiado lento en ella como para poder decir cuánto tiempo había pasado desde el momento en que se sentó a recordarlo. Poco a poco su mente y su cuerpo se fueron quedando sin energías. Sintió un vacío enorme dentro de su pecho, su cabeza y entre sus brazos. Quiso distraerse, pensando que algo mas tangible era lo que le faltaba, mas no pudo desechar aquella amarga punzada que en su pecho encontró hogar.

Se quedó tendida boca arriba, viendo como en el techo de su cuarto se empezaban a formar una serie interminable de rostros cambiantes. "¿Cuál de todos será el suyo?" se preguntaba sin esperar realmente en responderse. No valía la pena torturarse por ése asunto, pero dentro de ella, la parte de su mente que seguía consiente y viva, no le permitía olvidarse tan fácil. 

Pasadas unas horas, que pudieron haber sido días pues aún el sol brillaba en la calle, volvió en si sin recordar nada que no fuera sangre, lágrimas y flores. Todo quedó como un mal sueño que había sido bastante vívido, pero mas valía no ahondar en cuestiones de las que podría no volver a salir jamás. Tal vez en un año la catarsis volviera, pero ahora solo tenía que limpiar para disimular aquel olor a sueños. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario